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El papel de las entidades en el fútbol base
Al igual que otros actores sociales que conforman el entorno deportivo de los menores, y que ya hemos tratado en publicaciones anteriores, los/las responsables de la gestión y dirección de las entidades deportivas, y del futbol base en particular, juegan un papel crucial en la formación de los/las mismos/as. Ahora bien, si queremos abordar y debatir sobre cómo debe ser la actuación y el que hacer de las entidades deportivas en torno al cuidado de su fútbol base resulta necesario realizar una distinción: Los clubes deportivos del fútbol de élite y los clubes deportivos del fútbol modesto.
Los primeros de ellos, debido a su potencial y gran variedad de recursos que poseen, pueden permitirse el placer de elegir minuciosamente profesionales que cuentan con una gran formación, tanto en el aspecto técnico- deportivo como en el educativo, por lo que el papel a asumir por la entidad deportiva del fútbol de élite sería más una cuestión de conformar un cuerpo técnico los más completo posible que le permitirá no sólo instruir y educar, sino alcanzar los éxitos deportivos, puesto que, al fin y al cabo, en esta tipología de entidades deportivas el objetivo o el fin último de formar jugadores profesionales es tan importante o más, que los otros.

No obstante, en cuanto a las entidades deportivas del futbol modesto se refiere, se trata de una cuestión totalmente distinta. En ellas conviven un alto porcentaje de menores que en un futuro, como la propia experiencia y realidad nos indica, no llegaran a ser futbolistas profesionales, por lo que, desde nuestra posición, entendemos que los esfuerzos de los/las responsables del futbol base de este tipo de entidades deben estar mucho más encaminados hacia el desarrollo personal, social e intelectual de los/las menores que hacia su especialización técnico-deportiva. Es decir, su modelo actuación y metodología de trabajo debe centrase en convertir el fútbol base en un elemento integrador y de cohesión social.
Por supuesto, el componente competitivo e instructivo siempre debe estar presente para que los/las menores puedan, crean y tengan la ilusión de que, en un futuro, pueden llegar a ser jugadores/as del primer equipo. No obstante, dicho componente no puede instaurarse como el fin último a alcanzar cuando trabajamos las categorías inferiores del futbol modesto. Se trata de apostar por un modelo de trabajo que te permita alcanzar niveles mucho más complejos, de manera que a los/las menores se les formen, y por este orden, primero como personas, segundo como futuros jugadores/as de la entidad y en su caso, si se dan las condiciones necesarias, como futbolistas.
Para concluir con el abordaje de esta cuestión, a continuación, y a modo de síntesis, se exponen algunas propuestas o recomendaciones aportadas por la Agencia de calidad sanitaria de Andalucía. (2017) sobre buenas prácticas a realizar por las entidades deportivas, las cuales, sin necesidad de una gran dotación económica y otra tipología de recursos, pueden aportarnos numerosos beneficios, tanto a nivel de prevención e integración como de gestión de conflictos. Con el fin último de agruparla de forma organizada, la estructura quedaría de la siguiente manera:
1. Prevención.
- Organización de actividades educativas (Talleres, jornadas, charlas) orientadas al juego limpio. - Participación en iniciativas solidarias organizadas por otras instituciones (Ayuntamientos, asociaciones, federaciones). - Organización de actividades para el fomento del buen uso de las redes sociales. - Organización de jornadas para padres/madres y niños/as orientadas tanto al desarrollo de valores y sensibilización sobre los efectos negativos de determinadas actitudes y conductas como hacia la importancia que posee el respeto hacia deportistas, árbitros y aficiones. - Puesta en marcha de una escuela de padres y madres de jugadores/as. - Fomentar y apoyar la formación continuada de los formadores/as, no solo en el sentido técnico-táctico, sino también en el educativo. - Elaboración de un protocolo de buenas prácticas dirigidos a formadores/as, directivos/as, aficionados/as, jugadores/as y voluntarios/as.
2. Integración.
- Favorecer y fomentar la igualdad de acceso y participación a los estamentos del club (Junta directiva, organigrama, equipos, etc.) sin que exista razón discriminatoria alguna. - Promover la incorporación de la figura de la mujer a los diferentes estamentos del club. - Adoptar todas aquellas medidas posibles para favorecer la accesibilidad al club de las personas con discapacidad.
3. Conflictos.
- Elaboración de un procedimiento de actuación ante actos violentos (Incluyendo menores, racismo, violencia física y verbal, conductas fóbicas, etc.). - Elaboración y difusión de un reglamento que incluya un sistema disciplinario interno. - Elaboración de un registro de incidentes, para su posterior debate y análisis de propuestas de mejora.
Sin duda, no se trata de una tarea fácil de asumir puesto que, como ya hemos mencionado anteriormente, los recursos existentes en esta tipología de entidades son muy escasos. Pero de igual modo que lo debe ser un/a formador/a, los/las responsables del futbol base tienen que tener un papel activo y creativo para llevar a cabo un empoderamiento de los actores sociales que rodean a su entidad deportiva.
Fuente: Rafael Ramírez (@r15_ramirez)
https://futbol-base-la-educacion-deportiva.webnode.es