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Cómo aliviar el dolor de gemelos

Las lesiones en los gemelos, bien por sobrecarga muscular o por golpes en la zona, son lesiones muy habituales en deportistas, pero también en personas sedentarias que se hacen daño al hacer un esfuerzo al que no están acostumbrados.

Afrontar este tipo de lesiones requiere de paciencia así como de aguante al dolor ya que en muchas ocasiones esta lesión puede llegar a incapacitar.

Según explican los expertos consultados por CuídatePlus, es una lesión muy habitual en los deportes de salto y carrera, “especialmente cuando los cambios de ritmo y de sentido forman parte habitual de los gestos técnicos”, asegura Luis Til, traumatólogo, médico deportivo y miembro de la Sociedad Española del Traumatología del Deporte (Setrade).

Por ello, “es una lesión habitual en el fútbol grande, fútbol sala, baloncesto, balonmano, atletismo y en los deportes de raqueta, entre otros”.

Pero no sólo los deportistas las sufren. Tal y como afirma Nicolás Ibarra, fisioterapeuta y presidente de la Comisión de Fisioterapia en la Actividad Física y Deporte del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid, “en los últimos años ha crecido su prevalencia entre la población sedentaria”.

Esto, según el experto, “se debe a la baja carga de trabajo que reciben estos pacientes habitualmente, por lo que cuando se le exige al tendón una mayor exigencia (una larga caminata o empezar algún deporte) no son capaces de soportar el ejercicio y se lesionan”.


¿Dónde se localiza la lesión?

Los dos gemelos (interno y externo) junto con el sóleo y el plantar delgado forman el “tríceps sural”, describe Til. Éste es el grupo muscular de la cara posterior superficial de la pierna o pantorrilla.

Su función es “la flexión plantar o extensión del pie y la elevación del talón en la bipedestación”. Todo ello forma un grupo muscular “potente y vital para caminar, correr y saltar”, lo que hace que “su lesión pueda llegar a ser discapacitante en algunos casos ya que, gracias al gemelo se mantiene el tono durante la bipedestación, lo que evita la caída hacia delante del cuerpo”.

¿Cómo se produce la lesión?

Tanto el sóleo como los gemelos pueden sufrir la clásica lesión muscular indirecta por “un alargamiento excesivo de la zona cuando el músculo está activado”, apunta Til.

Cuando la lesión afecta a la membrana que recubre el gemelo y el sóleo y que sirve para fijarlos a otras partes del cuerpo (aponeurosis), “ésta puede acompañarse de una importante colección líquida en la fascia que es lo que se denomina como pierna de tenista o tennis leg”.

Ésta es la forma más común de lesión pero también lo son, según el experto, las contusiones directas. “Estas provocarán hematoma y una destrucción de los tejidos proporcional a la energía del impacto”, indica.

En este caso, la magnitud de la lesión tendrá que ver con la violencia del golpe y el estado en que se encuentra el músculo que lo recibe, aunque “si está en contracción o con el pie apoyado en el suelo los efectos pueden ser mayores”.

¿Qué síntomas tiene?

La lesión de gemelo y sóleo es muy dolorosa. “El dolor súbito intenso en forma de pinchazo durante un gesto deportivo, tras un salto o al iniciar un cambio súbito de intensidad en la carrera es el síntoma principal”, destaca el traumatólogo.

El dolor puede ser tan intenso “que puede ser muy incapacitante”, advierte, e, incluso, “llegar a dificultar la deambulación normal y,  por su puesto, hacer imposible actividades como correr, saltar y subir o bajar escalones”.

En otras ocasiones, apunta el experto de Setrade, “el dolor se instaura de forma insidiosa, en forma de pequeños pinchazos no invalidantes, pero que se hacen más notables en sesiones sucesivas de entrenamiento”.

¿Cómo se puede prevenir?

Su prevención, como en la de la mayoría de lesiones musculares, dependerá de la mejor o peor condición física del deportista o del paciente “en este caso, especialmente del estado físico de su tríceps sural, lo que disminuirá el riesgo de sufrir una lesión”.

Una adecuada progresión de las cargas de trabajo permitirá, según el traumatólogo, “una adaptación correcta al entrenamiento”.

Para ello, deberá hacerse hincapié, en primer lugar, “en el trabajo específico de fuerza del tríceps sural, mediante ejercicios específicos de flexión plantar”.

En segundo lugar, “será importante realizar estiramientos del tríceps que mejoren las propiedades viscoelásticas y que disminuyan el riesgo de rotura, y por último, realizar un entrenamiento cardiovascular general, una correcta nutrición e hidratación”.

Durante el proceso de recuperación es importante tener en cuenta, además, que “hacer ejercicios en situación de fatiga nos vuelve muy propensos a sufrir estas lesiones”.

Por otro lado, “las prendas de compresión local, gemeleras, se han demostrado útiles para evitar las lesiones en esta zona, especialmente en aquellos deportistas con antecedentes evita las recaídas", según Til.

Por el contrario, “el uso de taloneras alzas es controvertido ya que aunque disminuye el riesgo de forma aguda, su utilización crónica acorta el grupo muscular y el tendón, volviéndolo más susceptible de lesionarse en un futuro”, advierte Til.

¿Cómo se trata?

El tratamiento de la lesión del gemelo/sóleo, como en todas las lesiones musculares, se centrará en la aplicación de “técnicas manuales, un buen asesoramiento y la realización de estiramientos y de ejercicios de fuerza”, informa Ibarra.

El problema, según el fisioterapeuta, “lo encontramos cuando hay lesiones del tendón, que muchas veces necesitan tratamientos más específicos como radiofrecuencia u ondas de choque”.

En cualquier caso, según Til, “el diagnóstico clínico se confirmará con ecografía o resonancia magnética”.

Tras esto, según el traumatólogo, el tratamiento se dividirá en las siguientes fases:

  1. Tras la lesión en una primera fase, de 4 a 7 días, se deberá instaurar el reposo, la compresión con media elástica, el masaje con hielo y la elevación de la extremidad. Durante este periodo puede ser necesario ayudarse del uso de dos muletas durante la deambulación, aunque la descarga absoluta de la extremidad sólo está indicada si el apoyo de la misma es muy doloroso. El uso de analgésicos (paracetamol) puede ser útil.

  2. Superada la primera fase y siempre sin dolor, se puede comenzar a reacondicionar la zona con contracciones isométricas y trabajo cardiovascular en piscina o mediante bicicleta estática.

  3. En la tercera fase (cuatro semanas después de la lesión), se puede comenzar el reacondicionamiento específico, con estiramientos suaves y reintroducir la carrera.

  4. Finalmente, con la progresión de cargas se llegará al entrenamiento específico y a la reintroducción deportiva.

En todo el proceso, “es recomendable mantener las medias de compresión, y una talonera de silicona de 1 cm será útil durante la recuperación, especialmente las 3 primeras fases”.

Asímismo, sería útil “monitorizar la lesión mediante ecografía cada 15 días para descartar la aparición de colecciones liquidas fasciales persistentes o de trombosis venosa profunda” y “las colecciones líquidas pueden ser evacuadas mediante punción”.

¿Qué ejercicios se pueden recomendar para prevenir?

Til recomienda también realizar estiramientos del tríceps, que son los mismos que se utilizan para estirar el Aquiles. Estos "deben realizarse forzando la flexión dorsal del tobillo y manteniendo la posición durante 20 segundos".

Este ejercicio “se deberá repetir tres veces por cada pierna con la rodilla extendida y tres veces con la rodilla en flexión (30º)”.

Por otro lado, los ejercicios de fuerza dinámica de flexión plantar también son muy recomendables. “Pueden hacerse con elásticos, en máquina de prensa o con el peso corporal”, señala Til.

El experto aconseja realizar tres series de 15 repeticiones “lo que provocará adaptaciones de la fuerza y de la resistencia y, además, provocarán fatiga, por lo que son recomendables realizarlos alejados de los entrenamientos específicos, donde será preciso que los músculos no estén fatigados”.

Posible agravamiento

Puede ocurrir que por la falta de tiempo, de recursos o de desconocimiento, el lesionado no se trate la zona lo que puede desencadenar en problemas a largo plazo.

"Los hematomas persistentes en las contusiones pueden provocar miositis osificantes que son agravadas por masajes locales intensos en la primera fase de la recuperación", explica el traumatólogo Til Pérez. Esta metaplasia del tejido muscular, "condicionará rigidez y disminución de la capacidad de absorción de energía".

Asimismo, el experto advierte de que "la trombosis venosa profunda se asocia en más del 20 por ciento de estas lesiones. Su detección a tiempo permitirá el tratamiento y disminuir el riego de complicación mayor".

Fuente: Joanna Guillén (cuidateplus.marca.com)

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